Me defino como una cebra porque todos necesitamos etiquetas. Necesitamos cajones para clasificar las cosas. Nuestro cerebro, el de todos, está diseñado para sobrevivir con el mínimo gasto de energía posible. Por ello los cajones le vienen tan bien. Porque le permiten realizar esa labor de clasificación de manera rápida y ordenada. Las cebras también tenemos cajones. Posiblemente más que el resto de la gente. Posiblemente distintos a los del resto. Seguramente más pequeños y en mayor número. Más específicos. Pero no cometas el error de coger el atajo y asimilar que el resto de nuestra existencia es igual de ordenada. Sobre todo en mi caso. Si observas mi entorno material, está muy lejos del concepto normal de orden. Esto no es más que una señal de que los conceptos y las ideas son más importantes que sus representaciones materiales. Y debido a esa importancia mayor, las ideas y conceptos están mejor colocados que los objetos que lo representan.
Quizá el primer elemento que te venga a la cabeza, si ya has metido la punta del pie en este charco que son las Altas Capacidades, es un Cociente Intelectual por encima de la media. Igual lo relacionas con percentiles por encima del 95%. O puede que unas conceptos como pensamiento arborescente, creatividad o alta sensibilidad. Seguro que si. Todos tienen la misma raíz: un cerebro con una estructura diferente al resto. STOP: ni mejor, ni peor. A priori, por aquello de ahorrar energía, asimilamos que más es mejor. Por lo tanto, si más es mejor, un cociente intelectual de 140 debe ser mejor que uno de 100. Pues no, no es mejor. Incluso, si lo analizas y sabes de qué va el tema, puede ser peor.
Es un cerebro diferente, con unas estructuras neuronales distintas, con mayor número de conexiones y, además con unas conexiones más eficientes. Si te interesa el tema puedes buscar información sobre neuroplasticidad, mielina, oligodendrocitos…. Si no te interesa, quédate con ese concepto: las cebras tenemos un cerebro diferente. Mejor para unas cosas, peor para, al menos, otras tantas.
Ese cerebro diferente, te da una amplitud y profundidad de pensamiento mayores. ¿Beneficio?, depende. Puede que si o puede que no. Abro un paréntesis, si tienes curiosidad por saber si eres una cebra, te doy una pista: si te crees mejor que los demás, has llegado al lugar equivocado. No lo eres. No eres mejor que los demás, pero tampoco peor. Simplemente eres diferente. ¿Te cuesta encajar? ¿Te sientes de otro planeta? ¿Piensas que eres un extraterrestre con frecuencia? Entonces puede que si seas una cebra.
Así que ya hemos llegado a la conclusión que ser una cebra, implica tener un cerebro diferente caracterizado por un mayor número de conexiones neuronales, más eficientes y que desarrollan su tarea con un menor consumo de energía. A simple vista, las cebras son muy similares a otros équidos, como los caballos o los asnos. Su morfología es muy similar. Y hasta ahí las similitudes. Caballos y asnos son mayoritariamente domésticos. Las cebras son mayoritariamente salvajes. Los caballos y los asnos presentan tonos de piel y pelaje homogéneos, las cebras presentan rayas. Las rayas de las cebras les sirven para camuflarse y para reconocerse entre ellas de manera instintiva.
Las cebras son por naturaleza, animales tranquilos, a no ser que les molestes o trates de cazarlos o domesticarlos. ¿Te suena? A mi si. Una cebra puede correr a gran velocidad en zig-zag para evitar ser apresada. tiene una gran capacidad para esquivar cualquier lazo y, además, de una patada puede romper la mandíbula de un león. Así que, por lo general, conviene dejarlas tranquilas. A su rollo con sus cosas. Esto lo ha ido aprendiendo el ser humano con el paso de los años. Hay historias de cebras que fueron domesticadas. Pero pocas y muy escasas. Muchos fueron los intentos de domesticarlas, pero pocos jinetes habrás visto a lomos de una cebra. Si te has cruzado con alguna igual ya sabes que lo mejor es pasar de largo y dejarla pastar tranquila. Como a mí.
El término cebra aplicado a las altas capacidades no es una ocurrencia mía. Viene de Francia, allí se aplica de manera común. Y debemos su uso a Jeanne Siaud-Faccin. Si andas por aquí el nombre debería sonarte. Y, muy posiblemente hayas leído su libro: Demasiado inteligente para ser feliz. Allí está una de las citas que mejor describen este mundo:
ese animal diferente, ese équido que el humano no ha sido capaz de domesticar, que en la sabana se distingue claramente de los demás gracias a sus rayas que le permiten camuflarse, que necesita a los demás para vivir y cuida muy celosamente de sus crías, que es a la vez tan diferente y tan parecida a sus congéneres…
Al hilo de las comparaciones con las cebras, también existe un documental que profundiza en el tema. Con muchos testimonios. Si tienes oportunidad de verlo y te identificas con las personas e historias que allí se cuentan deberías empezar a tener claro que tienes muchas posibilidades de ser también una cebra:
Por ir acabando: cociente intelectual alto debido a una configuración cerebral diferente. La inteligencia no es mas que un síntoma.